Al terminar su ficha didáctica, Teresa, daba la vuelta al papel y trazaba una línea bajo la cual dibujaba ondas. Cuando terminaba volvía a repetir el mismo patrón hasta que se quedaba sin espacio o hasta que llegaba la hora de volver a casa.
Tras una vida de rutina basada en el hogar y en la familia éste era su nuevo quehacer, su misión diaria. Era su momento sistemático y cómodo, donde la sensación de sentirse útil se incrementa mediante las líneas. De todos los dibujos que realizó durante tres años, un 40,24% contienen esta singularidad. De vez en cuando cambia el patrón a través del uso de varios colores, la incorporación de puntos, de rayas o incluso de la colocación de las ondas respecto a la línea base.
Enfrentarme a su propia experiencia me hace darme cuenta de que el motivo es muy sencillo, pero necesita de la suficiente concentración como para reajustar la inclinación de la línea, darle cierta unidad a la longitud de la onda, controlar la distancia entre las unidades y no salirse de la raya. Y es que así es como Teresa olvidaba que tenía alzhéimer.
CENTRO NACIONAL DE FOTOGRAFÍA, TORRELAVEGA 2015
CENTRO CULTURAL DANIEL REYES. SAN ANTONIO DE IBARRA, ECUADOR 2017